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En su reciente ensayo “Devenir obra de arte”, el filósofo y crítico Boris Groys, presenta una lectura sobre el narcisismo a través de las redes sociales utilizadas a principios del siglo XXI y postula que el lugar de la selfie no es diferente a la imagen de Narciso en el lago a la que denomina: “forma temprana de selfie”. 
Esta reflexión sobre imagen, identidad y belleza contemporáneos es una forma de entrar al universo que propone el artista Juan Manuel Barrios en su muestra: Utopía es la disco. 

Esta llave nos permite abrir la puerta de las múltiples capas con las que se nutre el artista en su proceso creativo: la música, la cultura disco, la moda, el cine, la iconografía Pop, abordadas desde la fotografía como soporte esencial. 

El Narciso revelado en el cuarto oscuro de Barrios directamente mira el autorretrato, el lago vuelto imagen en la era de la imagen. 
Tal como dice Groys, la política identitaria contemporánea es la del respeto del origen y de la genealogía. En esta obra el artista se recorta en el personaje del marinero, icono gay fundacional del pop (desde Tom of Finland hasta el presente), reconociendo en esta imagen el inicio de una secuencia creativa, de esta manera la fotografía nos revela una identidad. 
Esta genealogía se continúa en Las florecillas se convierten en plantas carnívoras, aludiendo al titular del New York Times sobre la revuelta de Stonewall que constituyó la primera manifestación organizada en los Estados Unidos por los derechos de la comunidad LGTBQ+. 

La fotografía en blanco y negro de los narcisos, planta que nace donde muere el personaje homónimo según cuenta Ovidio en el Libro Tres de su Metamorfosis, nos remite a la vulnerabilidad y también a la belleza, como un testimonio político de esta identidad. En estas obras el cuerpo revela su potencialidad desde las ingenierías del yo, que elabora desde las disidencias, generando una conmoción de las formas de los cuerpos. Estos eventos rupturistas dieron la posibilidad de la exploración de los cuerpos, llevándolos al límite político de la sublevación, diluyendo fronteras represivas, pues el goce y la supervivencia de esos cuerpos se volvieron una condición sine qua non.  Atravesados por la sociedad de consumo y por las tecnologías, revelando el poder de ser presencia, de la dasein, quedan habilitados para entrar en escena. 

Sobre el tríptico de videos Beat, el artista postula que: “dialoga directamente con el inicio de la noche. Desde mi punto de vigía, ubicado en el faro de la ciudad observo y siento la atmósfera del inicio de la noche.” Si beat significa latido, golpe, o ganar a, también fue un movimiento literario de los años cincuenta y en la música significa ritmo, elemento fundamental para un DJ tanto para captar el ritmo como para manipular la velocidad para crear uno nuevo. 

De forma onírica y alegórica, la capacidad del vigía que contempla y capta el ritmo nocturno es la introducción de la identidad del Narciso en la noche de la Disco. Esta obra se continúa con el díptico de fotografías La pista como estino, donde se muestra la “previa” a la discoteca. 

El momento de preparación nuevamente alude a la creación de una imagen donde se destaca el logo de la marca Boy London, que fue un referente relacionado a iconos musicales como Sid Vicious, Boy George o Madonna. El artista nos invita a imaginar una pista como la que señala Peter Shapiro en su libro:“La historia secreta del Disco, sexualidad e integración racial en la pista de baile”: “una pista de baile atravesada por una atmósfera prodigiosamente cargada”. 

 

En este recorrido se llega al centro neurálgico de la utopía conformado por dos obras: Detroit Tecno House y Utopía es la Disco. La primer presenta la performance de un DJ que puede ser bajada como archivo y es un ejemplo del Beat que Barrios captura en su actividad como DJ. 
También alude al centro de la escena musical de la Disco Gay otro epicentro de disidencia y objeto de placer que se transforma en arte. Esta imagen se completa con la instalación de los carteles de neón de Utopía es la Disco, que apela a lugares más allá de la razón práctica y nos lleva al lugar de la Utopía. 

El artista toma el planteo de Tomás Moro sobre la existencia de una sociedad utópica y nos propone ir a este concepto, para comprender que la utopía necesita ir con el arte y más allá del arte (Juliane Reventisch dixit).

 

Moda y tiempo 
Tal como José Esteban Muñoz en su Utopía Queer, señala la importancia de: “la iluminación anticipatoria de ciertos objetos es una potencialidad abierta, indeterminada, como los contornos afectivos de la propia esperanza”, Juan Manuel Barrios nos presenta estos objetos en las obras La extensión del traje negro (Oda a Mcqueen y La vida y el tiempo con vos. 

La primera se compone de tres piezas de sastrería creadas por el artista que son presentadas en un desfile-performance por tres modelos. En esta obra el artista reflexiona sobre su ser sastre y rinde homenaje a sus maestros: Alexander Mcqueen, Karl Lagarfeld, John Galliano, Jean-Paul Gaultier y Lutz Huelle. 

La segunda presenta una serie de fotografías de parejas de bananas que aluden a una historia de amor, a existir con el otro en el tiempo, en esta coreografía de encuentros y desencuentros la diferencia y repetición (en el sentio de Deleuze) dan cuenta de la experimentación de otres en mí como multiplicidad, otre con quien ser, otre con quien bailar. Utopía Llegar al estanque, volver la mirada, seguir el hilo de un nenúfar que se expande hacia un narciso en flor, encontrar el tiempo único, perpetuo, la voraz imagen que nos convoca como una plegaria en letanía que anuncia la entrada a la pista. 
El DJ explora el tono y la nota sube, la flor es una evidencia, un marinero se mueve en mareas temblorosas, igualmente firme toma posición de su faro, es el centinela del Palacio Salvo. 
Su silueta explora un balcón único, rodeado de fantasmas es presencia, es el que posee la llave de colección para un viaje que nos antecede y nos lleva al futuro. 

Juan Manuel Barrios nos conduce a una obra que evoca el rayo milagroso del ser, la naturaleza de la imagen, el registro minucioso de un flâneur que habita Montevideo y Buenos Aires a la vez. 
Si el recorrido por el que nos lleva el artista es cuidado en su cromatismo, no es menos cierto que hay un río que se desborda, una fosa entre las rocas que se convierte en voyeur, para espirar la cúpula que roza el cielo como se rozan los sexos cuando provocan goce. 
Hay un mundo disruptivo, exquisito, una presencia que anuncia el ensamblaje de nuevas máquinas deseantes. Tenemos que estar atentos, para poder llegar a entrar a un brazo de la estrella. Las olas golpean la muralla, hay cine, fotografía y performance. 
Los cuerpos se modelan en el espacio, descubramos las complicidades, evoquemos pequeñas genealogías y traigamos a la pista el placer del conflicto. 

Jacqueline Lacasa Curadora 

UTOPIA ES LA DISCO

Colección Engelman Ost, Montevideo, 2023.

 

En su reciente ensayo “Devenir obra de arte”, el filósofo y crítico Boris Groys, presenta una lectura sobre el narcisismo a través de las redes sociales utilizadas a principios del siglo XXI y postula que el lugar de la selfie no es diferente a la imagen de Narciso en el lago a la que denomina: “forma temprana de selfie”. Esta reflexión sobre imagen, identidad y belleza contemporáneos es una forma de entrar al universo que propone el artista Juan Manuel Barrios en su muestra: Utopía es la disco. Esta llave nos permite abrir la puerta de las múltiples capas con las que se nutre el artista en su proceso creativo: la música, la cultura disco, la moda, el cine, la iconografía Pop, abordadas desde la fotografía como soporte esencial.
El Narciso revelado en el cuarto oscuro de Barrios directamente mira el autorretrato, el lago vuelto imagen en la era de la imagen. Tal como dice Groys, la política identitaria contemporánea es la del respeto del origen y de la genealogía. En esta obra el artista se recorta en el personaje del marinero, icono gay fundacional del pop (desde Tom of Finland hasta el presente), reconociendo en esta imagen el inicio de una secuencia creativa, de esta manera la fotografía nos revela una identidad. Esta genealogía se continúa en Las florecillas se convierten en plantas carnívoras, aludiendo al titular del New York Times sobre la revuelta de Stonewall que constituyó la primera manifestación organizada en los Estados Unidos por los derechos de la comunidad LGTBQ+. La fotografía en blanco y negro de los narcisos, planta que nace donde muere el personaje homónimo según cuenta Ovidio en el Libro Tres de su Metamorfosis, nos remite a la vulnerabilidad y también a la belleza, como un testimonio político de esta identidad. En estas obras el cuerpo revela su potencialidad desde las ingenierías del yo, que elabora desde las disidencias, generando una conmoción de las formas de los cuerpos.

 

Estos eventos rupturistas dieron la posibilidad de la exploración de los cuerpos, llevándolos al límite político de la sublevación, diluyendo fronteras represivas, pues el goce y la supervivencia de esos cuerpos se volvieron una condición sine qua non. Atravesados por la sociedad de consumo y por las tecnologías, revelando el poder de ser presencia, de la dasein, quedan habilitados para entrar en escena.
 

Disco
Sobre el tríptico de videos Beat, el artista postula que: “dialoga directamente con el inicio de la noche. Desde mi punto de vigía, ubicado en el faro de la ciudad observo y siento la atmósfera del inicio de la noche.” Si beat significa latido, golpe, o ganar a, también fue un movimiento literario de los años cincuenta y en la música significa ritmo, elemento fundamental para un DJ tanto para captar el ritmo como para manipular la velocidad para crear uno nuevo. De forma onírica y alegórica, la capacidad del vigía que contempla y capta el ritmo nocturno es la introducción de la identidad del Narciso en la noche de la Disco. Esta obra se continúa con el díptico de fotografías La pista como estino, donde se muestra la “previa” a la discoteca. El momento de preparación nuevamente alude a la creación de una imagen donde se destaca el logo de la marca Boy London, que fue un referente relacionado a iconos musicales como Sid Vicious, Boy George o Madonna. El artista nos invita a imaginar una pista como la que señala Peter Shapiro en su libro:“La historia
secreta del Disco, sexualidad e integración racial en la pista de baile”: “una pista de baile atravesada por una atmósfera prodigiosamente cargada”.
En este recorrido se llega al centro neurálgico de la utopía conformado por dos obras: Detroit Tecno House y Utopía es la Disco. La primer presenta la performance de un DJ que puede ser bajada como archivo y es un ejemplo del Beat que Barrios captura en su actividad como DJ. También alude al centro de la escena musical de la Disco Gay otro epicentro de disidencia y objeto de placer que se transforma en arte. Esta imagen se completa con la instalación de los carteles de neón de Utopía es la Disco, que apela a lugares más allá de la razón práctica y nos lleva al lugar de la Utopía. El artista toma el planteo de Tomás Moro sobre la existencia de una sociedad utópica y nos propone ir a este concepto, para comprender que la utopía necesita ir con el arte y más allá del arte (Juliane Reventisch dixit).

 

Moda y tiempo

Tal como José Esteban Muñoz en su Utopía Queer, señala la importancia de: “la iluminación anticipatoria de ciertos objetos es una potencialidad abierta, indeterminada, como los contornos afectivos de la propia esperanza”, Juan Manuel Barrios nos presenta estos objetos en las obras La extensión del traje negro (Oda a Mcqueen y La vida y el tiempo con vos.
La primera se compone de tres piezas de sastrería creadas por el artista que son presentadas en un desfile-performance por tres modelos. En esta obra el artista reflexiona sobre su ser sastre y rinde homenaje a sus maestros: Alexander Mcqueen, Karl Lagarfeld, John Galliano, Jean-Paul Gaultier y Lutz Huelle.
La segunda presenta una serie de fotografías de parejas de bananas que aluden a una historia de amor, a existir con el otro en el tiempo, en esta coreografía de encuentros y desencuentros la diferencia y repetición (en el sentio de Deleuze) dan cuenta de la experimentación de otres en mí como multiplicidad, otre con quien ser, otre con quien bailar.


Utopía
Llegar al estanque, volver la mirada, seguir el hilo de un nenúfar que se expande hacia un narciso en flor, encontrar el tiempo único, perpetuo, la voraz imagen que nos convoca como una plegaria en letanía que anuncia la entrada a la pista. El DJ explora el tono y la nota sube, la flor es una evidencia, un marinero se mueve en mareas temblorosas, igualmente firme toma posición de su faro, es el centinela del Palacio Salvo. Su silueta explora un balcón único, rodeado de fantasmas es presencia, es el que posee la llave de colección para un viaje que nos antecede y nos lleva al futuro. Juan Manuel Barrios nos conduce a una obra que evoca el rayo milagroso del ser, la naturaleza de la imagen, el registro minucioso de un flâneur que habita Montevideo y Buenos Aires a la vez. Si el recorrido por el que nos lleva el artista es cuidado en su cromatismo, no es menos cierto que hay un río que se desborda, una fosa entre las rocas que se convierte en voyeur, para espirar la cúpula que roza el cielo como se rozan los sexos cuando provocan goce. Hay un mundo disruptivo, exquisito, una presencia que anuncia el ensamblaje de nuevas máquinas deseantes. Tenemos que estar atentos, para poder llegar a entrar a un brazo de la estrella. Las olas golpean la muralla, hay cine, fotografía y performance. Los cuerpos se modelan en el espacio, descubramos las complicidades, evoquemos pequeñas genealogías y traigamos a la pista el placer del conflicto.


Jacqueline Lacasa, Curadora.

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